martes, 20 de enero de 2009

Chaina Chaina, Mandaraina (que trata sobre traslados, en general)

China está de moda. Claro que para los chinos, España también está de moda. Una vez han acabado con su amigable invasión de restaurantes "La Gran Muralla" empiezan con las tiendas de todo a un céntimo de euro abiertas 25 horas al día, 8 días a la semana. Seguro que es una tapadera donde hacen Nikes y Levises en el subterráneo, pero bueno. Ahí están.

China está de moda porque la gente quiere ir para allá. Algunos quieren visitarla antes de que la industrialización fulmine por completo el paisaje oriental que se mantenía casi inalterado tras varios siglos - como cuentan que ha sucedido en Shangai, la Nueva York del este - mientras que otros deciden, casi de la nada, empezar una nueva vida allí.

Este es el caso que me ocupa hoy. Recientemente he recibido noticia de que alguien de mi círculo de amistades más afectuosas ha tomado la decisión de partir rumbo al gigante asiático para una larga temporada. Tres años, nada más y nada menos. Casi ná. La vida está llena de oportunidades y es nuestro deber, creo yo, que las aprovechemos en cuanto salten a la vista. Y eso es exactamente lo que al parecer ha sucedido aquí: semi-deslocalizada como ya estaba de su tierra natal, nada hay que la ate excesivamente a esta nuestra ciudad condal, con lo que dentro de pocas semanas emprenderá la que a buen seguro será la aventura de su vida. Igual hasta encuentra a un chino cipotón que le mole (digo lo de cipotón porque es dicho que los orientales bajan la media longitudinal mundial del pene y estará ella acostumbrada a medidas más... castizas) y nos vuelve casada y todo. O lo que es más importante: enamorada. Que ganas de verla así, a esta persona, hay muchas.

Todo menos con un francés, que no lo soportarían mis ojos. No se puede tirar tan bajo el listón, por favor.

En cualquier caso, me parece una decisión no sé si acertada o desacertada. En cualquier caso valiente, porque no se trata de irse a París o Milán, a fin de cuentas a tiro de piedra. No no, Pekín, nada más y nada menos. Bueno, Beijing, que está de moda decirlo así. Si tengo que ser honesto, me parece valiente pero más fácil que para muchos; es decir, preferiría que hubiera tenido algo aquí que atara un poco más y que tomar una decisión de este tipo fuera todavía más valiente. O diré más: tener tanto amarre en Barcelona que le hiciese imposible marchar. Seguramente significaría que el amor ha llegado a su vida y, si no es así, marchar no me parece mala opción.

Así pues, un gran brindis por la gran gesta. Yo no sé si tendría lo que hay que tener para hacerla (aunque en mi caso marchar no es una opción).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que ahora ya irte lejos es cambiar de continente, ya no vale irse por Europa, por supuesto, la manía por los franceses la compartimos muchos, lo del chiño cipoton se lo estoy contando a mi compañero "amarillo" (chino) que tengo a mi lado en mi proyecto y se esta riendo. Me ha divertido esta entrada. Mucha suerte para tu amiga.

Sldos. Jordi.

Anabel dijo...

Sergi....gracias!!!!

Tranquilo, no te traeré a casa un francés (en cualquier caso no sería de París)y no creo que sea un chino bien armado tampoco!!!

Hay mucha ilusión de vivir esta aventura, es una de las pocas ventajas que tiene el no estar enamorado y "amarrado" a un lugar...y quién sabe lo que me depara el destino...

Jordi...Gracias! la voy a necesitar.

Anónimo dijo...

No sabía que eras tu, bueno, si te hace mucha ilusion pues mejor aunque es una pena que no estes enamorada y te quedes en España.

Quien sabe si tu próximo de vuelta a España vendrás con un chino bien armado o no, siempre hay ventajas en tener una pareja bajita.

Sldos. Jordi.