miércoles, 10 de junio de 2009

G.o.a.T (que trata sobre Roland Garros y sus protagonistas, obviamente)

El pasado fin de semana, pero forjado durante los últimos quince días, se confirmó oficialmente a Roger Federer como el GOAT (Greatest of all Time) del tenis. Ganando su catorceavo Grand Slam en los Internacionales de Francia, Federer igualaba a Sampras en número de Majors pero con la diferencia de que éste nunca llegó a pasar de semifinales en Roland Garros. El tenista de Basilea, después de perder las últimas tres finales contra Rafa Nadal, pudo redimirse y conquistar el único grande que le faltaba y conseguir, de manera oficial, el título de mejor jugador de la historia del tenis. Los aficionados a este deporte podemos estar de enhorabuena porque nos encontramos ante una leyenda viva del tenis de la que, sin ninguna duda, se seguirá hablando durante muchas décadas.

Algunos han criticado el hecho de que la final fuera un tanto "descafeinada" porque Federer no se enfrentó, dicen, a rivales de demasiada entidad. Que si Djokovic o Nadal se hubieran cruzado en el camino del suizo, otro gallo cantaría. Bien, los que argumentan de ese modo deberían antes contestar a una pregunta: ¿Por qué no pudo el de Basilea enfrentarse a dichos rivales? Muy sencillo: porque ya les habían eliminado. Como si se pudiera escoger a los rivales que vas a tener en la ronda siguiente... El caso es que ni Rafa ni Novak fueron capaces de ganar los suficientes partidos como para merecer estar en una ronda que los cruzara con Federer, y punto.

Una anécdota. Para apoyar a Roger en su quest para conquistar París, compré una bandera suiza en una web italiana. Pero en lugar de enviarme una "bandiera" de la "Svizzera", se equivocaron y me mandaron una de la "Svezzia". De Suecia, vamos. Como no vienen a ser la misma, reclamé a la tienda y me dijeron que me mandarían otra pero, de mientras, de algo me tenía que servir una bandera sueca. Así que tenía que animar a algún jugador sueco del cuadro masculino... Emmm... oh, hay uno: Robin Soderling xD ¡¡¡Qué oportuno!!! Lo que son las cosas del destino... :-)

No fue un torneo sencillo para el ex-número uno mundial. Hubo varios partidos en los que sacó a relucir sus dos versiones: la del 2009, con un juego más apático y fallón, como el de un tenista sólido que está ahí pero que no termina de convencer, como los sets que jugó contra Acasuso o Haas. Y segunda versión, la de 2007, cuando juega un tenis que está un peldaño por encima de los demás. Como cuando remontó a Haas estando al borde de la derrota, vamos. En la final, pero, contra Robin Soderling - el verdugo de Nadal - presentó su versión de 2007 e hizo una muestra de los cuatro atributos que le hicieron dominar el circuito con total autoridad durante 5 años: su derecha, su selección de golpes en los momentos apropiados, su demoledor juego de ataque y su fluidez de movimientos. Demasiadas cosas para el tenista sueco, que en ningún momento pudo cuestionar la autoridad del suizo durante las poco menos de dos horas que duró la final.

Con la victoria en Roland Garros, Federer se quitaba la espina que tan dolorosamente había clavado el español Rafael Nadal en las cuatro anteriores ediciones, cuando le eliminó en semifinales el primer año y en la final los tres siguientes, la última de ellas de forma escandalosa. Pero Rafa no estuvo para defender su título porque perdió su primer partido en la pista Philippe Chatrier y no llegó a la segunda semana del torneo. Su entrenador y tío carnal, Toni Nadal, se quejó de que el público parisino le era hostil, del que incluso dijo que era "estúpido". Mala forma de hacer amigos, creo yo. Porque además el público de París no es que sea hostil, lo que pasa es que tiene memoria. Tiene memoria que por lo menos llega a la edición de 2006, cuando Rafa se enfrentaba al ídolo local, Paul-Henri Mathieu y, con 5-4 en el tercer set, se le ocurrió pedir al masajista - que no le hizo nada - argumentando que se había cortado en un dedo pelando un plátano. El francés perdió la concentración, perdió el set y perdió el partido. Pero Rafa perdió el respeto de la audiencia gala, y con razón. Porque el español es igual de caballero fuera de la pista como rastrero dentro de ella, y al final eso acaba pesando en un deporte en el que no solamente cuenta el tamaño de los bíceps y lo fuerte que se grite al golpear la bola (en especial en los puntos importantes). Aquí en España tampoco nadie lo tragaría si no fuera porque es español y, de hecho, en Francia nunca se había tratado tan mal a un campeón del torneo, ni tan siquiera cuando lo han ganado tantos jugadores de nuestro país. Y eso es muy significativo.

Ahora, dentro de apenas dos semanas, empieza Wimbledon. Hay mucha gente con ganas de demostrar cosas; por un lado, los que fueron eliminados a las primeras de cambio, como Nadal y Djokovic, que querrán demostrar por qué son dos de los cuatro primeros cabezas de serie en el torneo inglés. Nadal además defiende los 2000 puntos de su victoria del año pasado (curiosamente defiende más puntos en hierba de los que ha obtenido esta temporada en tierra batida), y además están Tsonga, Del Potro, el mismo Soderling, Roddick (que lleva años intentando meterse de nuevo en la final de un Grande) y algunos más que también pueden dar guerra. Y, por supuesto, Federer. Roger dispone de la primera oportunidad para superar el número de majors de su amigo Sampras y de su colega Tiger Woods, quién por cierto no se perdió el partido por televisión aunque lo echaran a las tantas de la madrugada en USA.

Por cierto que Nadal, que por lo visto era duda en Wimbledon por molestias en la rodilla (que supuestamente le impidieron jugar al 100% en París), ha confirmado que estará en Londres. Extraño que tuviera molestias y no jugara sin las habituales protecciones que lleva en las rótulas fuera de la tierra batida... deben ser molestias de esas "removibles": las pones y las quitas según conviene. Pero como indudablemente va a dar que hablar en el torneo inglés, hay que empezar a apoyar a Federer. Yo ya he empezado.


Vamos Roger!!!

lunes, 8 de junio de 2009

Motenai, versión 3.0

Y, tal y como prometí, vuelvo a estar aquí.

He necesitado un período de descanso que me ha venido bien, la verdad. Un tiempo en el que incluso poner por escrito lo que me pasaba por la cabeza no era necesariamente algo que me ayudara, bien por falta de tiempo o porque no le veía más qué. Pero desde hoy, o por lo menos eso espero, se otean unos meses de relativa mayor tranquilidad en todos los aspectos.

Por lo pronto, hemos pasado de la versión 2.9 a 3.0. Esto obedece a una simple razón y es que, tras la muerte de mi padre, se cierra un bloque en mi vida y se abre uno completamente nuevo, del que no hay vuelta atrás. Asistirle y ayudarle en lo que me ha sido posible para que su transición al otro mundo - en caso de haberlo, claro - fuera lo menos traumática posible, se ha adueñado de buena parte de mis recursos emocionales y físicos. Si a eso le juntamos la realización de las PAC de las seis asignaturas de este semestre y las obligaciones propias del trabajo, la cantidad de tiempo disponible para las cosas que se quieren hacer ha sido infinitamente menor al tiempo destinado a las que se tenían que hacer. Y, puedo asegurarlo, estar contínuamente realizando tareas que se deben realizar es bastante cargante.

Pero, por fortuna, he dispuesto de una cantidad de apoyo fundamental a lo largo de todo este proceso por parte de todos aquellos que forman mi entorno y a los que no es necesario citar aquí, con excepción obligada de Mònica, que ha tratado a mi padre como si fuera el suyo y se ha ocupado de cuestiones logísticas y de apoyo que van más allá de lo que el agradecimiento puede compensar. En cualquier caso y por desgracia afortunada (desgracia por la muerte, afortunada porque así se terminó su sufrimiento), terminó. Murió tranquilo, relajado, con los deberes hechos. Murió el último integrante de mi família sanguínea, el que ha sido más que mi padre, mi amigo y mi mentor. Mi ejemplo. Me siento afortunado de haber podido vivir 30 años a su lado y creo, me da esa impresión, que siempre lo echaré de menos. Me preocupa el hecho de no haberlo llorado todavía - igual es que tuve mucho tiempo para hacerme a la idea y he avanzado terreno en ese aspecto - pero, sin ánimo de malinterpretarme, fue un alivio que marchara. Porque así descansa y, en mi opinión, descansar es lo mínimo que merecía. Recientemente estuve pensando en mi madre también, como son las cosas... igual es que me voy haciendo mayor. Aparte del lógico pésame que se siente por el fallecimiento de tus progenitores, me da especial pena que ninguno vaya a estar cuando nazcan mis hijos, si al final tengo esa suerte de tenerlos. Me da mucha rabia esa circunstancia, mira por donde.

En otro orden de cosas, este fin de semana ha acabado el estrés extraordinario, porque a la boda del sábado por la tarde se le unió que me tocó ser vocal en una mesa electoral el domingo... cosa que nos hizo - "nos", he dicho bien, a Mònica y a mi - llegar tarde al concierto de AC/DC, cuyas entradas teníamos desde hace mil años. Y entregué la última PAC del semestre, con lo que solamente quedan las pruebas de los próximos dos sábados. Lo cierto es que hace muchos meses que no duermo bien, lo que se dice bien. O que no descanso, vamos, con lo que tengo muchas ganas de irme una semana de vacaciones lo más pronto posible. Lo necesito.

Por supuesto, aún tengo muchas cosas de las que ocuparme. Vamos, que esto no acaba aquí. Pero más que no acabar aquí, lo que en realidad sucede es que EMPIEZA aquí, una nueva etapa, una nueva era, un nuevo camino. A partir de hoy, por suerte o por desgracia, debo recorrer unos pasos sin nadie a quién mirar como referente, sin nadie a quién recurrir si equivoco el camino o al que pedir consejo. Tengo la sensación de que, a partir de hoy, yo tengo que ser más yo, porque no puedo ser otra cosa.

Ya veremos.