miércoles, 25 de marzo de 2009

La llamada del deber (que trata sobre la paciencia aplicada al juego)

Es verdaderamente curioso cuando sucede esta situación; uno juega mayormente para pasárselo bien y para desestresarse porque, no lo olvidemos, es un "juego". Pero acostumbrados como estamos a intentar buscar la competición donde a veces no la hay, convertimos el juego en algo más.

Estos últimos días, en el tiempo libre, he estado jugando y terminando un título de una de mis sagas favoritas: Call of Duty. La nueva entrega, World at War, se sitúa una vez más en la Segunda Guerra Mundial pero en esta ocasión, además de matar a los correspondientes nazis, matas japoneses para variar. Cuando uno además selecciona el nivel de dificultad "veterano", sabe que se va a encontrar con un montón de problemas añadidos al "juego" y que va a sudar algo de tinta para pasárselo.

Y efectivamente hay unos tres 'checkpoints' en el juego que son de los de estampar el mando contra la tele y/o monitor por culpa de la frustración. Recuerdo que era ya tarde por la noche (tengo el sueño girado desde hace algunas semanas) y estuve atascado en el mismo punto de control como casi una hora seguida, sin conseguir avanzar. De acuerdo que me había guardado la partida en un lugar incómodo, pero el problema no era salvar la piel, sino progresar hacia adelante. Y no hubo forma. Pero me fuí a la cama y al probarlo al día siguiente lo conseguí a la primera; lo que hace el descanso.

World at War no es exageradamente frustrante o, tal vez, como ya he pasado por toda la saga en su máximo nivel de dificultad, no me pareció nada del otro jueves. Eso sí, cuando te aparecen los títulos de crédito, sabes que eres mejor jugador que antes de empezar ese título.

Eso sí, estoy de la WWII hasta los mismísimos.

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