martes, 24 de marzo de 2009

Brindemos por Neill (que trata sobre la escuela de Summerhill, brevemente)

Gracias a una de las asignaturas que por H o por B estoy cursando en este mismo momento, he podido profundizar en algo de lo que solamente conocía el nombre y tenía en mente una breve reseña. Se trata de la escuela de Summerhill, fundada en 1920 por Alexander Neill y todavía en la actualidad con período de docencia de la mano de una hija del fundador original. De hecho, hace dos años pasó por primera vez un informe positivo de la Oficina para el Estándar Educacional de Inglaterra.

Este requisito que, digamos, es habitual en la inmensa mayoría de escuelas y colegios ingleses, es algo muy novedoso para Summerhill. Novedoso porque la propuesta de Neill no se parece en nada a las que estamos acostumbrados ni remotamente. Se trata de una propuesta educativa, lógicamente, y como tal todos y cada uno de nosotros diría que nos encontramos en situación de posición informada, porque por lo menos en alguna ocasión (hará más o menos tiempo) hemos ido a una escuela.

Pero aunque hayamos cursado distinto temario, todos hemos seguido el mismo procedimiento: había un horario de clases a las que asistir, había un temario, unos profesores más o menos rígidos, unos exámenes, unas pautas de comportamiento de tipo institucional (basadas en el castigo si no se cumplían), etc etc. Esa es la forma en la que, no tanto los colegios, se nos educa a través del Estado. A lo largo de muchos años habrán cambiado los procedimientos y los lemas para aprender historia y álgebra, pero el sistema se ha mantenido muy similar a lo largo de los últimos... casi siglos, diría.

No ocurre así en Summerhill. Summerhill es una isla en el sentido figurado de la palabra, pero no es solamente un eufemismo. En Summerhill se dan clases, desde luego, pero los alumnos solamente asisten a ellas si ese es su deseo. Y si no quieren ir, no van. Aprenden estrictamente lo que quieren y si quieren; hay un horario, cierto, pero solamente para el personal docente. Las decisiones de la escuela, además, se toman por medio de lo que se entiende por democracia directa, en asambleas en las que participa todo el mundo. Todo el mundo significa desde el mismo director del centro hasta el alumno de 6 años. Y además, el voto de cada uno de ellos cuenta exactamente igual que el resto. Las decisiones afectan a los mecanismos intrínsecos del centro y muchas veces van contra las opiniones de los "adultos".

Neill había dado clase durante muchos años en centros "tradicionales" antes de fundar su escuela. Nunca entendió por qué un futuro mecánico tenía que aprender literatura o una modista tenía que saber ecuaciones de segundo grado. En Summerhill se prima la actividad: hay talleres de todo tipo abiertos constantemente para que la gente se exprese: pintura, alfarería, mecánica, costura. Aunque hay altercados, por lo visto, dicen que se respira tranquilidad en el oasis de la escuela. Que los niños no muestran agrisividad en su estado natural (o mucha menos, si acaso) de lo que lo hacen cuando están sugestionados por el sistema.

Summerhill es la lucha de un hombre por proteger a los niños que se convierten en algo solamente porque los padres quieren que lo sea, porque el mundo quiere que así sea o porque no habían encontrado nada mejor. Donde se trata que, en lugar de fabricar autómatas sin corazón, se fomenta el "sentir" antes del pensar. Se desarrolla la fuerza en sí mismo, se elimina el miedo (no hay "autoridad" como tal en el centro) y se gana autoconfianza. Y la gente, dicen, por lo general es feliz.

Porque, y en eso sí coincido plenamente con Neill, el objetivo máximo del hombre es conseguir la felicidad. Y tal vez, solamente tal vez, la mejor manera de conseguirla es haciendo aquello a lo que tenemos tendencia natural, no lo que nos viene impuesto. Una sociedad compuesta por elementos que realizan la función para la que han nacido... no es la mejor de las sociedades con las mejores personas? Platón estaría de acuerdo en esta premisa.

¿Qué hubiese sido de nosotros si verdaderamente hubiésemos seguido nuestra tendencia natural? Desde luego que yo no estaría haciendo lo que hago.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Casi nadie haría lo que hace, pero si no pruebas todos los campos como sabes si te gusta o no. A veces hay asignaturas que te sorprenden, crees de antemano que no te van y luego disfrutas.

Sldos. Jordi.

GENocideFJS dijo...

¿Y donde iban a meterse los psicólogos de pacotilla si todos lograramos dsifrutar con nuestros trabajos , estuduios, y demás?.
Pobres,pobrecitos míos.

Hoy ya es tarde, voy a ser breve. Creo que necesitamos, me refiero a todos, cierta disciplina y catar de lo que no nos gusta. Quizá eso nos fortalezca como personas.

Por otro lado esa enseñanza sin autoridad y esa falta de miedo, y ya vamos a hablar a grandes rasgos porque no creo que el apoya un sistema educativo así para sus hijos luego sea un tirano en su casa. Lo he comentado más de una vez por aquí. Hace falta cierta disciplina. Nada de varazos en el culo al más puro estilo inglés, me refiero a cierto respeto que inculque cierta cautela en nuestras vidas.
Yo prefiero un poco de ese temor que nos tiene en guardia a esa autoconfianza absoluta que no puede ser buena.
Hay que estar siempre en alerta, que esto no es un camino de rosas. Bueno así, a lo mejor sí, de esas rosas que tiene espinas como agujas, quizá si.

rayajo dijo...

y cuándo abren el plazo de matrícula?