jueves, 5 de julio de 2007

Tiempo sin tiempo (que trata de una breve reflexión acerca de las limitaciones propias del día de 24 horas)

Nunca tenemos tiempo. No hay tiempo para nada. Hemos construido nuestra existencia de tal forma que apenas tenemos espacio para hacer lo que queremos, en la línea de lo que expliqué en su momento en esta entrada. Pero eso no es todo, a veces es incluso más enrevesado.

Eventualmente nos damos cuenta de esta situación, sin importar lo contentos que estemos en nuestro trabajo: hacemos propósitos de año nuevo (hay que ir al gimnasio, hay que apuntarse a inglés, hay que sacarse el carné, hay que retomar el contacto con ese amigo que hace tiempo que no ves...), pero la realidad es que apenas los acabamos cumpliendo. Nos vemos tragados por esa rueda que llamamos rutina.

El día tiene 24 horas y da para lo que da, sin más, y me gustaría de verdad que en lugar de 24 tuviera 30. Aunque eso supusiera vivir menos años. Viviría menos tiempo, pero ese tiempo sería más completo. Creo que la humanidad necesariamente tiene que plantearse el hecho de no solo cómo nos ganamos la vida, de nuevo como ya dije hace algunos meses, sino también ser conscientes del tiempo que empleamos para ello.

Es decir, no solamente somos la especie más enrevesada en cuanto a organizar nuestra supervivencia, sino que somos la que emplea más tiempo para ello. Hoy, de algún modo, me gustaría encontrar el momento para poder volver a coger la raqueta e ir a jugar a tenis, pero tengo que quedarme en la oficina necesariamente hasta no sé qué hora, aunque no haga nada. Y claro, no puedo traer el tenis hasta mi oficina.

La palabra "necesariamente" es la clave, claro. El mayor lujo de esta vida, mucho más allá que el dinero, es el poder usarlo para algo.

El problema es que a veces incluso cuando tenemos la posibilidad, parece que nos cueste hacer algo que se sale de lo "normal". Lo apartamos por cualquier banalidad, lo que es ciertamente una tristeza absoluta...

Sólo me pasa a mi?

4 comentarios:

Gemma dijo...

El puto coste de oportunidad. Hoy he estado ampliamente hablando de este tema, llegando a la siguiente conclusión: no juegas a tenis porque no quieres jugar a tenis, prefieres quedarte en la oficina. El resultado es el mismo, pero la el coste de oportunidad disminuye, y pasas de ser vagón a locomotora. Pero claro, eso sería vivir a modo de "no me caigo, me tiro", con el que sé que tú no comulgas.

Todo esto para decir que probablemente no, no solo te pasa a ti pero, a mí, eso no me pasa. :-)

Motenai dijo...

Good for u :-)

Vander dijo...

Eso es porque tú, Gemma, vives en un mundo lleno de facilidades y te lo dan todo hecho. Los que tenemos responsabilidades no podemos permitirnos según qué cosas, porque dejaríamos de lado otras más importantes y necesarias.


Y ahora voy a esconderme antes de que lo lea XD

Gemma dijo...

Es una cuestión de attitude. No sé qué responsabilidades tienes tú (más allá de las mías). Yo al menos tengo gato - equis de