Ayer aterricé en el aeropuerto de Granada y hacía unos buenos años que no llegaba a la ciudad de la Alhambra en avión. La última vez fue para encontrarme con Lucía, la última chica que tuve antes de casarme con Marta. Desde entonces siempre había venido en coche.
El caso es que Lucia era una chica encantadora en casi todos los sentidos; el problema es que me pilló demasiado joven y con pocas ganas de comprometerme. Curioso que nuestra relación terminara en agosto y en noviembre empezara ya con Marta (a cenar, conocernos, etc.) para prometerme en julio del año siguiente. El caso es que estaba bastante a gusto con esa relación a distancia, aunque no las tenía todas después de mis escarceos alemanes con Nadine, una chica que conocí en mayo de 2000. Estaba a gusto hasta que Lucía dejó caer que podía pedir el traslado a Barcelona y así podríamos iniciar una relación formal con todas las letras. Y ñaca! Eso me mató.
Dado que me presenté en el aeropuerto de Granada sin conocerla (era una amiga de un amigo mío aquí, el rayajo), al atravesar ayer la mini-puerta de llegadas me sobrevino una sensación extraña, como si la fuera a encontrar otra vez. Qué raro.
Hace un calor horroroso, eso sí, y según tengo entendido en Almería están igual. Lo digo porque lo más probable es que venga a pasar unos días a casa de mis padres en la provincia los primeros días de agosto, aprovechando que ellos vuelven a Barcelona, a disfrutar de mi soledad y mis pensamientos. Por lo menos tendré internet. Si alguien de la zona se anima a visitarme, le atenderé gustosamente únicamente con la corrosividad de mi compañía y la dulce promesa de no hacer nada, como mínimo, que pueda molestarle. Dadas las circunstancias, es ya mucho, no?
Ayer mi padre me comentó que iban a dar algo más de prioridad al tema de acondicionar la parte de abajo de su casa (la ampli), cosa que siempre habían dicho de hacer - incluso me habían comentado la posibilidad de alquilarlo - pero que siempre lo retrasaban. Just in case, dijo. Sinceramente, la sola idea de volver a casa de mis padres me da una grima que no puedo con ella (yo no soy el juególogo), pero supongo que debería sentirme afortunado porque, de llegar el caso y tener que abandonar mi casa, no estaría en la calle. Y a pesar de todo, no sé por qué, no me siento tan afortunado.
En otro orden de cosas, ayer me olvidé de celebrar el cumpleaños de Dumas y de, importante, JLo. Hoy hace 29 años del nacimiento del primer niño probeta. Mañana no sé cuando escribiré (seguramente de 8 a 9 de la mañana), porque mi avión para Madrid sale a las 06:25 Zulú y me tendré que levantar a las cuatro y media de la madrugada. Que viendo a qué horas estoy durmiendo estos últimos días no sé si eso es pronto o tarde.
miércoles, 25 de julio de 2007
Desde Granada, con amor (que trata del recuerdo de lo vivido aquí, entre otros)
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