jueves, 24 de julio de 2008

17 días, 16 noches (que trata sobre porcentajes, muy brevemente)

Tras la friolera de 17 días y 16 noches, por fin mi padre pasa una noche en casa. Parecía que el alta no quería llegar, después de fiebres de última hora e informes que se pierden en momentos inoportunos.

Si uno se para a pensarlo, de los últimos cuatro meses, mi padre prácticamente ha pasado más de uno entero en el hospital. Normal que tuviera ansiedad por las noches pensando solamente en abandonar aquella habitación; son demasiadas noches, uno es demasiado mayor y el tiempo pasa demasiado lentamente. Es casi una salvación que, si nada lo fuerza antes, la próxima visita con un médico no sea hasta dentro de un mes y la siguiente en diciembre. Parece casi impensable. Las cirugías de tipo digestivo son siempre palabras mayores y si no que se lo pregunten a una mujer de la misma unidad que mi padre, que lleva un año y medio ingresada con más de una veintena de operaciones a sus espaldas. Su ilusión es que, si todo va bien, podrá llegar a casa antes de estas navidades. Sinceramente, espero que valga la pena.

Lo único que tiene de bueno el hospital es que allí estás mayormente tranquilo ante cualquier eventualidad que pueda surgir derivada de un imprevisto, que no sería la primera vez; y dadas las circunstancias siempre te quedas un poco inquieto. Evidentemente, esta no ha sido la principal fuente de tensión sino que ha sido, puede decirse sin pudor, la misma de siempre. La misma desde que tengo uso de razón. Y me resulta hasta altamente molesto que sea tan difícil de comprender por el resto de la gente.

Es cierto que en muchas cosas no puedo ser plenamente objetivo - no creo que nadie pueda serlo completamente en todo - pero no soy un ignorante y conozco exactamente qué es lo que me altera, qué es lo que me ayuda y qué es lo que no me ayuda. Hoy nada. Nada de nada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada hombre, pues aunque no te conozco en persona, por lo que he ido leyendo en el blog últimamente, me alegro que tu padre esté mejor y vuelva a casa. Seguro que él lo agradece también.

Ahora a disfrutar del tiempo y olvidarse un poco de los hospitales y médicos durante una temporada, que despues de tanto tiempo yendo y viniendo de hospitales es todo un descanso.

Anabel dijo...

Me alegro de verdad que ya este en casa. Lleváis mucho tiempo así y es merecido y justo un cierto respiro.

Un beso