miércoles, 11 de junio de 2008

DRUPA, el final (que trata sobre el fin de la feria de ferias, en breve resumen)

Hoy se terminó la gran feria de las artes gráficas y, por consiguiente, he emprendido mi viaje de retorno a casa. Escribo desde un hotel de carretera francés (una pena, de estar en España tendría montones de neones y habría chicas alegres correteando por la recepción dispuestas a amenizarte la espera) a 40 Km de Valence, a unos 600 de mi hogar. He tenido que parar contra mi voluntad por dos motivos: uno, porque estoy muy cansado después de dormir poco especialmente en el tramo final de la feria y el segundo y más importante, porque estaba bajo una potente amenaza a la que ningún hombre en su sano juicio sería capaz de desafiar. Mayor incluso que el hecho de que te entren los ninjas de Vander por la ventana.

La feria ha ido bien, en términos globales. Laboralmente bien, por qué negarlo, personalmente mejor. Ocurre algo curioso en la DRUPA y es que, cuando te vas después de tantos días (obviamente si estás un fin de semana, pues no) echas de menos ciertas cosas. Al fin y al cabo, haces una especie de convivencia con la peña allí, se crean vínculos humanos o se fortalecen los ya existentes, hay cosas que cambian. Lo viví en el 2000, en cierta manera también en el 2004 y en la de ahora vuelta a las andadas. Vamos, que te queda cierta morriña al final, qué cosas.

Es muy importante el tema personal en mi lugar, porque lo valoro mucho. Y para ello, es mi deber remarcar el refuerzo de mi relación con Diego y Salvatore a todos los niveles, y vale la pena que así sea. Pero por encima de todo, destaco dos descubrimientos y ambos femeninos: Claudia, en primer lugar, que ha echado por tierra la mayor parte de mis convencimientos apriorísticos acerca del sud de Italia, la mayoría de ellos para bien. Quiero mantener el contacto con esta licenciada en traducción e interpretación de 25 años más compacta que un submarino y no solamente porque esté buena (que sí), sino porque vale la pena conocerla.

En segundo lugar, pero no por ello menos importante (al contrario, yo diría), Silvia. La conocía de vista, hemos hablado decenas de veces por teléfono pero nunca habíamos tenido contacto real. Cumplió 23 años en la feria e inmediatamente, desde el primer día, noté una gran conexión con esta chica. El hecho de que fuera infollableayudó mucho, la verdad, porque me hubiese limitado sobremanera - en este caso por lo menos - el hecho de que una puerta de ese tipo estuviera abierta. Excepcionalmente me cayó también muy bien su pareja y las, digamos, circunstancias especiales han impedido que pudiéramos salir algunas noches más. Para arreglarlo, hemos decidido concretar un fin de semana a 3 (o a 4, idealmente) allí, en Italia, para este mes de Julio. Me apetece, la verdad.

Un apunte: una loca mitad machu-pichu y mitad alemana se atrevió a decirme que parecía que yo tuviera 36 años. ¿Perdón? Estuve a punto de decirle que parecía que pesaba 36 kilos más, pero mi legendaria gentileza con las mujeres evitó el comentario. Seguramente esa chica debió pensar que era un gran modo de tirarme los trastos (como se vio en días posteriores), que además a mi me basta que me lo pongan así a huevo como para que pierda el interés, pero bueno. ¿36 años? Hay que ver. Me quedan 15 días para los 30, eso sí ¬¬ No estoy seguro de llevarlo TAN bien xD

En fin. En los próximos días dejaré constancia de algunas fotos que me tienen que pasar, a ver qué sale. Voy a dormir, que mañana quiero llegar a la oficina a una hora razonable.

No hay comentarios: