Ayer por la tarde, mientras mi Xbox 360 llegaba a Alemania dispuesta a que una alma caritativa del servicio técnico la repare, recibí por parte de mi colega y todo un KsK (Konde) otra Xbox de "intercambio". Mientras, mi Wii también se ha ido de erasmus a su casa, ya que ninguno de los dos utilizaba las respectivas consolas.
Tuve la extraña sensación, pero no por extraña menos agradable, de volver a la infancia, en aquellas clases de l'Oreig que tantos buenos recuerdos me traen. Aquellas clases que significaron tanto para mí, y en las que entre otras cosas me inicié en el increíble mundo del intercambio de cromos (la serie "V", las clásicas colecciones de coches, o "La vuelta al mundo en 80 días de Willie Fog" eran los álbumes más solicitados), de canicas (normales o "guays") y de videojuegos.
Hablo de una época en la que verdaderamente esto de los videojuegos era algo casi marginal, y éramos verdaderamente 3 gatos los que teníamos un MSX para poder intercambiar juegos. En la época los felinos éramos Roger Siñol, Tomás Pintor y un servidor. Aberto Sánchez tenía un Amstrad. Cambiar los juegos parecía trapichear con pastillas o con costo: se hacía a plena luz pero en un rincón, y se pasaba de mano en mano para rápidamente guardarlo en la mochila, y permanecería allí mientras ansiosos esperábamos el timbre de las 17 horas que significaba el fin de las clases. Yo llegaría a casa antes que Tomás y Roger, por la sencilla razón que iba a casa a pie y ellos tenían que coger el autocar para ir a Cervelló y Sant Vicenç dels Horts, respectivamente.
Hoy, evidentemente, todo esto ha cambiado. Hoy enviamos los juegos a los colegas por SEUR, y no viven en Cervelló sino en A Coruña. Y por supuesto seguimos siendo unos trapis, pero no nos sentimos marginales por hacerlo.
Pero ayer, muchos años más tarde que la primera vez, tuve la misma sensación de aquellas clases de EGB, de aquel cromo que no tenía para la colección, con unas ganas locas de llegar a casa y pegarlo en el álbum. Ese cosquilleo especial, casi de travesura, que casi había olvidado.
5 comentarios:
No puedo creerme, me niego a ello, que tú hayas perdido la sensación de travesura porque no conozco a nadie en este mundo que sea más feliz, a pesar de la edad, de pensar en formas de liarla o de ser mallo de verdad. Me encanta esa característica tuya, me hace volar y reir.
Se puede ser mallho, pero la sensación de travesura escolar... psché xD
Lo que pasa es que cuando uno es un "vailet traviés", pasa lo que pasa.
¿Y qué me dices de volver a encontrarnos en una pista de tennis?? Bueno, ping-pong virtual, pero con raquetas, al fin y al cabo.
Ha sido o no ha sido un dejà vú??
Hombre, sobretodo porque juegas mejor ahora, 14 años después de jugar por última vez, que cuando entrenabas cada semana.
A los 40 años serás número 1 xD
Sr. Motenai. No se preocupe, mientras quede algo de aquellos niños que fuimos, no perderemos ese espíritu travieso... por muchos años que pasen...
De todas formas, aún guardo aquel viejo River Raid y sepa que estaré encantado de volver a intercambiarlo por... que le diría... H.E.R.O. por ejemplo? ;-P
Una abraçada Sergi!
Roger Siñol
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