He procurado escribir esta entrada un par de veces, guardándola en un .txt y editándola, siempre con el miedo de que no pareciera carne de cañón para un diálogo del club de la comedia. Lo digo porque a la práctica totalidad de lectores de mi blog (o sea, 3 ó 4) les hizo mucha gracia mi anterior texto y no quisiera convertir este blog en un espacio de humor. Pero bueno, lo que tenga que ser será.
El caso es que el otro día a raíz de cuando nos golpeó el autobús aquel hace algunas semanas, pero de hecho lo pienso muy a menudo, estaba dándole vueltas al tema de cómo la adrenalina y el estrés y un sinfín de cosas más hacen estragos en nuestra bien organizada cabecita. Es curioso como, y lo dicen los expertos, cualquiera puede transformarse del Dr. Banner a Hulk (o de Jeckyll a Hyde, para los amantes de las novelas clásicas) en una fracción de segundo. Hay ciertos detalles que irritan a cada uno, cosas insignificantes que nos pueden hacer subir por las paredes y, también, una inmensa cantidad de operaciones nimias que nos dan verdadero fastidio. Un fastidio irracional, pero un fastidio. Como no son exactamente lo mismo, hoy quiero hablar de las cosas que dan por culo más que de aquellas que nos hacen cabrear (aunque a menudo van de la mano), de aquellas situaciones que aún míseras me sacan de mis casillas. Empiezo.
Poner gasolina: Es probablemente una de las cosas que más me fastidian del universo, el momento de ir a poner gasolina. Cuando uno es -genuinamente- insociable, el hecho de que te fuercen a tener relaciones sociales es lo que más da por culo. Y el poner gasolina es una puta imposición de los fabricantes de coches que han decidido que en tu depósito solamente caben 60 litros, que solo puedes hacer 1000 kilómetros antes de llegar a esos absurdos almacenes de combustible en los que además cada vez menos te atienden personalmente. "Sírvase usted mismo". "Pues a su santa esposa también me la voy a servir yo mismo, si le parece bien." Y como un idiota haces cola, vas a la manguera, ves que está en prepago, vas a la tienda y pides que te abran el contador, vuelves a la manguera, te tiras varios minutos llenando (porque hay gasolineras en las que yo meando llenaría más rápido el depósito), vuelves a la tienda a pagar y, por fin, te montas en tu coche y te vas.
A mi es que cuando veo que se me acaba la gasolina ya me da un por culo tremendo pensar en que tengo que ir a llenar y, además, poner buena cara y responder a las 3 preguntas de rigor: "Lo llenaré. Me abre (el surtidor)?" - "Lo llenará?" - "(coñe, no te lo acabo de decir?) Sí, lo llenaré". Después: "Son 57 con cincuenta, verdad?" - "(yo qué coño sé, si no lo sabes tú como coño lo voy a saber yo. Cóbrame y olvídame, imbécil) Emmm... Sí." - "Muy bien, desea algo más?" - "Emmm... No, gracias. Adiós muy buenas (porque si deseara algo más te lo hubiera pedido, no?).
Esta última pregunta es la que más gracia me hace. Es como si vas a ligar con una tía y te dice: "Oye, aparte de manosearme el culo te apetece tocarme las tetas?" Es absurdo. Tranqui, tía, que si me apetece tocarte las tetas SEGURO que soy yo el que da el primer paso, no? ¿Existe alguna mujer en el mundo que le haya pedido a un tío que POR FAVOR le meta mano? Pues igual de absurda es la cosa.
Por lo pronto, con esto de poner gasolina es con lo único que "abuso" un poco de jefe y no son pocas las veces que va Juan a ponerme gasolina al coche, aunque en mi defensa tengo que decir que se ofrece voluntariamente. Es uno de los inusitados placeres de la vida, llegar al coche y ver que tu depósito está lleno. Ahhhh... qué gusto...
El tráfico: El tráfico es el clásico recurso habitual de los que desean hablar de algo y necesitan forzosamente que se les confirme en algo a nivel psicológico. "Vaya mierda de tráfico, eh?" Claro, no hay nadie que diga: "Oiga, pues me encanta chuparme 6 horas de caravana todos los días. Usted qué se piensa?". Hablar del tráfico es recurso fácil y, como me jode igual que a todo el mundo, no le encuentro aliciente.
Lo que sí quiero hacer hincapié es en una situación que se da en mi caso y que no es que sean imaginaciones mías, sucede en realidad. Si alguien ha visto "El Show de Truman", se trata de recordar aquella escena en la que Truman intenta tomar una carretera pero todos, en su afán por evitar que salga de la isla, le bloquean contínuamente el tráfico creando un atasco. Pues ESTO MISMO me pasa cada vez que tengo prisa. Que si jaja, que si ley de murphy... No, en serio. Por ejemplo, ¿cuánto se tarda en dar una vuelta a Plaza Catalunya? Depende, si tienes prisa se tarda 40 minutos. Si no, 10. Me exaspera hasta el punto de gritar y quedarme afónico el tráfico no ya por accidente, sino el que no tiene motivo ninguno. Para joderme. El tráfico está ahí para joderme cuando precisamente menos necesito que me joda. Para ponerme nervioso. Y eso es verdad porque yo lo digo.
Los cambios de planes: La última cosa de la que quiero hablar es de la exasperación e infinita irritación que me producen los cambios de planes, aún por la más pequeña de las diferencias, de última hora. Si la gente fuera capaz de saber a cuántos llegaría a matar cuando se me cambia un plan, seguro que no lo haría. No es que yo no sea capaz de ir "sin planes", ningún problema con eso. Pero cuando se establece un curso de acción, permito que los -escasos- recursos de mi mente se empleen en montones de otras cosas; esas cosas puede que no sean tan importantes como el hecho de cambiar los planes, pero es que ese trabajo ya estaba hecho y me jode desconectar mi procesador principal y tener que volver a rehacer el mismo trabajo 2 veces. Me jode enormemente. Pero es que incluso la cosa más tonta me saca de mis casillas, de forma que tengo que hacer un ejercicio titánico de autocontrol -y muchas veces no lo consigo- para no enviar a tomar por culo a mi interlocutor, que en muchas ocasiones es mi propia esposa. "Cariño, te importa que antes de irnos paremos un momento en casa de mis padres?" ... ... .... - Gññññññññññññ- "No, claro que no me importa". Pero como no puedo disimular... SABE que me importa xD
Lo jodido es que me importa, ESE es el problema. El hecho de desviarnos un milímetro y tener que volver a recalcular el curso de acción me jode, pero no por el hecho de hacerlo sino porque interrumpe cualquier cosa en la que ya estaba pensando. Y no me gusta que me interrumpan. No me gusta nada. Porque si enfoco mis esfuerzos en "ir pensando sobre la marcha", ya sé que eso es lo que voy a tener que hacer y me programo para eso. Pero mi cerebro es egoistamente inflexible y, a estas alturas, me da palo cambiarlo. Más que nada porque tendría que interrumpir lo que estoy pensando ahora mismo.
martes, 13 de marzo de 2007
Aquellas pequeñas cosas irritantes (que trata sobre la irascibilidad que hay en cada uno)
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3 comentarios:
Si intentabas que no fuera un monólogo de humor, te ha salido mal a medias, porque yo me he meado de la risa imaginándote en el coche :D
Como me estoy profesionalizando en esto del blog, voy a lanzar lo que se llama un même - se trata de invitar a otros bloggers a llevar a cabo una prueba o acción. Así que, siendo heavy user del blog de tu mujer, la insto a ella a hacer un même de las 5 cosas que más la porculean, y espero verlo publicado en breve. Yo haré lo mismo. La putada de las pequeñas cosas irritantes es que no son universales y el resto del mundo encuentra que no es para tanto. Y ahí reside también su gracia...
Gemma, com es nota que no condueixes... i tant que és per tant el que diu el Sergi!. En qualsevol cas eso de retar a su querida esposa ha estado bien!
Uffff Sergi, que no te pase ná!!
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