jueves, 21 de agosto de 2008

La pesadilla de Ícaro y el punto de no retorno (que trata sobre el accidente del avión de Spanair en la T4 de Barajas)

Hoy tenía pensado escribir sobre otra cosa, importante para mis intereses y que trata acerca de mi escasa capacidad autocrítica, motivada seguramente por haber pasado demasiado tiempo solo. Es algo a lo que le tengo que dar algunas vueltas y que seguramente traerá consecuencias. Pero eso será otro día.

Ayer saltaba la noticia - me llamaba mi padre al respecto - sobre el accidente sufrido por el avión de Spanair en la pista de la T4 de Barajas. Naturalmente la cifra de muertos fue creciendo a lo largo de las horas hasta estabilizarse en 153 fallecidos y 19 heridos de distinta consideración, la mayoría de pronóstico muy grave, grave o reservado. La más leve tiene una fractura abierta de una pierna. Por lo visto, el reactor izquierdo de la aeronave prendió en llamas al despegar tras explosionar, precipitando de nuevo el aparato al suelo. En teoría, cuando el avión ya ha iniciado el despegue, con la fuerza de un solo motor es capaz de despegar igualmente y permitir un aterrizaje de emergencia; eso significa que la explosión tuvo que ser lo suficientemente fuerte como para descompensar el avión y / o averiar los sistemas de control y de seguridad que evitaron poder controlarlo de nuevo para volver al aeropuerto.

Aparte de la pena y lástima que todo ser humano pueda sentir eventualmente por las víctimas y que se muestran en todos los comentarios de las noticias en los periódicos (una pena y lástima un pelín mediatizadas, pocas veces la sentimos por los accidentes de tráfico que cada fin de semana salen en las noticias) hay un tema subyacente: la fragilidad del hombre volando. Me explico.

El ser humano es una especie arrasadora, devoradora insaciable y envidiosa. Y, además, muy capaz. Observa a los peces y dice: ¡yo también quiero! Y para surcar los mares fabrica barcos, batiscafos y submarinos para ir por debajo de las aguas y se hace submarinista, con todo lo antinatural que eso resulta para el cuerpo (que cualquier submarinista os cuente lo que es la descompresión o la narcosis de nitrógeno). Después, observa las aves y dice: ¡yo también quiero! Y para volar por los cielos fabrica aviones, helicópteros, planeadores y ala deltas y se lanza en paracaídas. Con todo lo antinatural que resulta eso para nuestro cuerpo, claramente.

El hecho de que estadísticamente el avión sea el transporte más seguro se debe a la misma consciencia que tiene el hombre de estar invadiendo un medio, el aire, que no le es propio. Cada uno de los componentes que lo integran obedece a cientos o miles de horas de estudio. Desde los mismos materiales con los que se fabrica un avión hasta la aviónica, el conjunto de elementos electrónicos que hacen posible la navegación del aparato. Y todo por duplicado o triplicado, por si acaso. Y aún así, cuando hay un accidente, siempre es a gran escala. Eso sí, democrático: da igual que vayas en primera clase o en turista. Mueres igual.

Al final de estos días, tras el análisis por parte de los técnicos de las llamadas "cajas negras" y de un montón de suposiciones previas, se encontrará una razón, causa o motivo por el que el accidente se produjo. Seguramente las acciones de Spanair bajarán en picado y se recordará este día como una jornada negra en Barajas y para la aviación en general. Pero, desde otro punto de vista menos pragmático y quizá algo poético, no debería tomarse como un fracaso.

Al contrario: no deja de ser un memorando - macabro - a la raza humana de la vieja fábula mitológica de Ícaro, hijo del famoso arquitecto Dédalo, que al querer imitar a los pájaros y deslumbrado por la belleza del firmamento, acabó muriendo en el mar al derretirse sus alas. Evidentemente que el hombre puede y debe seguir surcando los horizontes, pues tanto el avión ayer al despegar como la humanidad en este momento evolutivo con respecto a la aviación han alcanzado ya el llamado "punto de no retorno", pero no debe sorprendernos que muy de vez en cuando se nos recuerde nuestra propia fragilidad. Aquí en la tierra como en los cielos.

3 comentarios:

Teogt500 dijo...

Me gustó mucho este entrada seria y triste, una forma de ver una tragedía y sacar una conclusion serena y respetuosa a la vez.Un saludo

Anónimo dijo...

Hubiera preferido que hubieras puesto la entrada que tenias pensada pero los hechos mandan y tenemos que ser sensibles a ellos, en mi caso todavía más por dedicarme a este tema de los aviones, además spanair es cliente mío, que injusta es la vida, pobre gente, si hay un Diós ahí arriba empiezo a pensar que esta de vacaciones.
Hoy en la pista del aeropuerto donde trabajo se respira una rara tranquilidad y a la vez un desanimo, al final, pienso que los culpables somos todos, queremos calidad, precios bajos, sueldos altos , rapidez y todo eso lleva a negligencias en cualquier servicio que damos a los aviones hasta que un día pasa algo y lloramos.

Hoy odio mi trabajo.

Sldos. Jordi.

Anónimo dijo...

Bueno, aprovecho esta entrada para recordar a Raquel Perez (hija el famoso jugador de futbol de los 80 de FCB) que murío en el accidente de avion de este pasado miercoles, era azafata, conocer esto me ha supuesto todavia mas tristeza porque aunque no teniamos una relación si que nos saludabamos porque nos conociamos del aeropuerto y vivimos en la calle contigua aqui en Sant Boi.
Que rabia, la vida es una mierda.

Sldos. Jordi.