viernes, 15 de febrero de 2008

Un primer amor (que trata sobre la primera vez que regalé algo a alguien por San Valentín)

Bueno, no sé si fue la primera vez que regalé algo a alguien - pudiera ser que no - pero sí creo que fue la primera vez que envié flores por el 14 de Febrero.

Aunque hay algunas mujeres, especialmente catalanas, que consideran "cañí" la fiesta de San Valentín por existir en nuestro país también Sant Jordi, creo que cualquier ocasión es buena para regalar flores. Además, el hecho de que exista un patrón propio en Catalunya no significa que debamos renunciar a celebrar otro más internacional, especialmente cuando el sentido de la festividad es auténtico, mucho más universal - y antiguo - y porque, qué coño, mola llegar a una casa y verla llena de corazoncitos recortados de cartulina.

Como decía, la primera vez que envié flores para el día de ayer debió ser en tercero de bachillerato (uff!), a Magda Serradell. Ah... lo recuerdo como si fuera ayer. Mi colega de entonces y compañero de fatigas Xavier Clanchet, en aquellos tiempos secretamente enamorado de Cristina Fuentes, tenía pensado hacer algo al respecto aprovechando el día D... pero no quería hacerlo sólo. Mi caso era distinto: no era un problema de enviarle flores a alguien, sino de cómo ese alguien se lo iba a tomar. Sí, claro, se había hecho una prospección de mercado y si creía haber jugado mis cartas como debía - y de aquellas sí que sabía jugarlas bien - no me tiraba a una piscina sin saber si había agua dentro.

Al final nos decidimos y nos gastamos casi 3000 pesetas cada uno. Oye, tres mil pelas del año 94 para alguien de 16 años que NO tiene paga y gastarlas en flores está de puta madre, qué coño. Organizamos el envío directamente a casa de las chicas, que no entiendo como llegamos a saber ni sus direcciones.

Total, por la noche me llamó Magda a casa, y estoy convencido de que era la primera vez que llamaba a un chico por algo que no fueran cuestiones de colegio. Que muy bonitas las flores, que qué menos, que muchas gracias, que las que tu tienes... pero al lío: Nada... que había pensado... que tú y yo... que yo y tú... que nosotros... (buff)... nada, que si querrías salir conmigo. Y en catalán, oye. Atención a la respuesta:

- Bueno, me lo tengo que pensar.

(Queééééé´´eé´´eééééééééé?)

Como que "que te lo tienes que pensar"? Hoy día esto no pasaría seguro, porque antes de enviarle flores seguramente ya habríamos estado follando en el lavabo del cole como hacen los adolescentes de hoy, pero aquellos (solamente 15 años atrás) eran otros tiempos. EN fin, "que te lo tienes que pensar?". Ay, madre.

- Bueno, y cuanto tiempo necesitas?

- Una semana.

(Queééééé´´eéééééééééééééééééé´´eé´´eéeeeeeeeeeeeeé´´eé????)

Pero bueno! Una semana? Pero si en este tiempo un tío de 16 años de hoy ha tenido 4 relaciones distintas! No fastidies! Una semana entera?

- No, coñe, no me tengas en ascuas una semana. Mañana me dices algo.

- Mañana?

- Sí, mañana hablamos.

Y al día siguiente cuando llegué a las 8 y media de la mañana, ella entró poco después. Me dió los buenos días como si nada, con un semblante medianamente serio (ay ay). Tate, pensé, no ha ido bien. Coñe, qué puta rabia, a Clanchet le había salido bien la jugada y había tenido respuesta al instante.

A la hora del "patio" (xD) seguía igual. Así que me senté en su mesa y le pregunté que qué, que a ver, que cómo iba evolucionando el tema. Y eso que sacrifiqué el momento de mi yogur que me tomaba siempre a esa hora, eh?

Al final, Magda había decidido - supongo tras varias consultas a la almohada - dar una oportunidad al casi más gualtrapa de la clase. Evidentemente, más allá de dos meses no duramos, pero aquella sensación de aquellas flores de San Valentín, aquella conversación telefónica y aquella noche que pasé casi sin poder dormir no la olvidaré nunca.

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