jueves, 9 de octubre de 2008

Sin perdón (que trata sobre el modo en el que no debes irte a la cama jamás)

Ayer fue un día especial y no miento si admito que, probablemente, uno de los más importantes de mi vida. Espero sinceramente que escribir esto me sirva de algo en un futuro cercano y, al tiempo, para el resto de mi vida.

Existe una frase que probablemente me perseguirá el resto de mis días: "No quiero irme a dormir (o a la cama) enfadada contigo o con malos pensamientos". En el país de la gominola y en la calle de la golosina funciona a la perfección, pues implica que todos los problemas que puedas tener con una persona deben quedar resueltos antes de pasar al día siguiente. ¿Razón? Puede que no exista un día siguiente. Es como una versión del carpe diem aplicado a las relaciones personales.

El problema es que verdaderamente hay un momento en el tiempo en el que no existe un día siguiente.

Uno de los fundamentos básicos de nuestra estructura social en la que nos basamos casi todos es la rutina. Las cosas se suceden las unas a las otras sin importarnos exactamente por qué suceden en realidad, las damos por sobreentendidas en base a la causa-efecto. Tiramos una cosa hacia arriba y cae. Ponemos la mano en el fuego, nos quemamos. Los socialistas gobiernan, hay crisis. Siempre es así.

Paralelamente a ese convencionalismo existe un o asociado que es el "síndrome del día siguiente". Como estamos acostumbrados a que un día suceda al otro, "ya lo haré mañana". Pero como los empiristas ya advertían, la rutina hace que creamos estas cosas pero no existe ninguna ley divina que las asegure. Puede ser que un día no suceda al siguiente o que, simplemente, para alguien no haya nada más.

Hoy, en este preciso instante, mi conciencia hace horas extras para desterrar los pensamientos del estilo "debería haber hecho..." y "debería haber dicho...". Porque hoy es ya tarde y no hay vuelta atrás. Mi madre, no de forma inesperada (lo avanzaba hace apenas un año) pero sí un poco a contrapié por cómo fue toda la situación, murió ayer 10 minutos antes de las doce de la noche. En el preciso instante en el que ponía mi pie en el hospital, como si aún inconsciente esperara mi llegada para decirme adiós.

Injustamente llegué tarde por asistir a un programa de radio, porque me hubiesen bastado 30 segundos para decirle que me perdonara por todo, que la perdonaba por todo, que sabía que ella me quería y que, sobretodo, la quería. Puede parecer terriblemente egoísta, como si necesitara decírselo para sentirme yo mejor, pero la realidad es que ayer mi madre se fue a la cama como ella precisamente nunca pretendía o, por lo menos, no como más le hubiera gustado. Se fue a dormir de esta guisa y nunca despertó.

Para nada sirven ya estas lágrimas de amargura que no consigo evitar, porque no conseguirán darme los míseros momentos que hoy, día en el que cumplía 63 años, mataría por tener y que diez mil veces he desaprovechado, unas muchas por orgullo y otras tantas por desidia.

Pero, dondequiera que esté y aún 30 segundos tarde, tiene para siempre mi agradecimiento, mi amor y mi perdón. Espero ser merecedor del suyo, algún día, y no olvidar jamás esta última lección que a título póstumo me envía.

Sempre et vaig estimar, sempre t'estimaré, mai t'oblidaré. Gràcies per tot, de veritat. Bona nit mama, i que descansis.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Podria decir cosas como " algunas cosas no hacen falta decirlas, las madres ya lo saben" y tópicos similares, pero aunque tengan parte de realidad probablemente sonarian huecas y vacias en este momento.

Por eso solo diré que honestamente y sin hipocresias que lamento mucho tu pérdida.

GENocideFJS dijo...

Me he quedado que no sé que hacer, si llamarte, y si te llamo qué puedo decirte.
Un abrazo.

Cris dijo...

Ho sento, Motenai. Una abraçada...

Vander dijo...

Lo siento tío, ya te lo he comentado esta mañana, pero nunca está de más repetirlo.

Si necesitas algo, ya sabes.


Un abrazo.

Anónimo dijo...

Lo siento mucho Sergi. Un fuerte abrazo

LTKerr dijo...

Buff... ho sento molt, Motenai. Una abraçada.

Anónimo dijo...

Recibe mi sentidoo pésame.

Anónimo dijo...

Estoy en la oficina y parece como que en cualquier momento va a sonar el teléfono:
"Hola Meri, bueno días, estamos a final de mes, acuérdate de los seguros sociales y las nóminas.

Estas fueron sus últimas palabras hacía mí, hacía sus colaboradores, como le gustaba llamarnos. Llevaba ya algún tiempo que no solía meter mucha caña y eso que le encantaba. "Cuando MªAngels calla, es que algo esta pasando, mientras grite todo va bien".

Nuestra relación era de amor-odio, pero aún así, le tengo que agradecer muchas cosas en mi vida. Con ella fui madurando como mujer, me hizo ser más fuerte, me enseñó a enfrentarme a los problemas con decisión. Quizás no de la mejor manera, pero así era ELLA.

Aquí entre estas cuatro paredes he vivido momentos muy intensos, situaciones muy extremas, este último año no ha sido fácil. La abandoné un poco y ella lo notó, mi antención era más hacía otras personas y eso ha ella no le gustaba.
Pero el silencio se hacía notar, me debí de dar cuenta de que algo no iba bien, la conocía, han sido 10 años compartiendo nuestras vidas casi a diario.
Ya esta todo hecho, no vale lamentarse más. Nunca la olvidaré, jamás. Lo siento.

Sergi un abrazo muy fuerte. Os quiero.

Anónimo dijo...

Hola Sergi,soy Alan decirte que lo siento mucho,aunque las palabras no quitan el dolor,decirte que solo recuerdes los momentos buenos que pasasteis juntos,pues no hay nada que una madre o un hijo no se perdonen y olviden,esten donde esten,creo que lo unico importante de la vida es cuanto hemos amado y cuanto nos amaron,eso es lo que al final queda,un abrazo.

Anónimo dijo...

Lo siento Sergi, acabo de llegar de Roma y al leer esto se me cae una lagrimilla porque aunque no conocí mucho a tu madre si que la recuerdo como muy fuerte y un ejemplo a seguir por la mujer moderna en cuanto a su independencia y su saber hacer.

Te acompaño en el sentimiento a ti, tu padre y familia mas cercana.

Sldos. Jordi Gutierrez