jueves, 23 de octubre de 2008

Manual para distinguir a los sectarios, parte II (que trata sobre la segunda entrega de los pensamientos del otro día)

La historia del ser humano con Dios, o con los Dioses, es bastante cachonda. Es adolescente conformarse con explicarla como "una necesidad" para calmar la ansiedad del hombre, va mucho más allá. Es más, es tan importante que el mismo Kant tuvo que dedicarle todo un libro a justificar su existencia - después de haberla puesto en entredicho - con su "Crítica de la Razón Práctica". Por cierto, mucho menos denso que la Razón Pura, especialmente si lo lees antes de revisar los Prolegómenos.

Aunque soy de letras, mi mentalidad es científica. Me gusta saber los porqués (los porqueses) de las cosas y no me suele gustar conformarme con los dogmas, sean normales o de fe. Por eso, las explicaciones que se fundamentan en los "llueve porque quiere (llover)" no me van; sin embargo, no es menos cierto que en muchos momentos de nuestras vidas, solicitamos actos de fe. Los pretendemos. No porque nos dirijamos a Dios, sino porque nos encomendamos para que otra persona confíe en nosotros aún cuando todo lo demás indique lo contrario.

Una persona con mentalidad científica nunca debería realizar o conceder una solicitud de otra. Si la fe no existe o no debiera existir, bastaría con una mentalidad robótica mediante la cual tomaríamos estas decisiones. Nunca dejaríamos dinero a nadie bajo promesa de devolución, nunca enviaríamos flores a aquella muchacha que nos gusta, nunca esperaríamos que alguien nos tendiera la mano en momentos delicados. Todo sería mucho más matemático, mucho más aburrido.

Pero no es así. Solemos tener fe: solemos confiar en la gente, pedir que confíen en nosotros. Nuestra vida se organiza alrededor de la fe. Incluso cuando cogemos el coche realizamos un acto de fe. Pero no con Dios. A Dios ya no le concedemos ni el beneficio de la duda; aquellos que niegan tajantemente su existencia, como si hubieran regresado de la muerte y pudiesen contarnos qué hay más allá, son más fanáticos que los que afirman tajantemente que sí existe.

Sinceramente, no sé si Dios existe. Personalmente creo que la vida es demasiado importante, demasiado milagrosa - utilizando un término que viene al caso - como para limitarse a simplemente desaparecer. Por lo menos la vida debe ser necesariamente un ciclo infinito, porque mi energía no puede desaparecer y, aunque me incineren, mi calor formará parte (o ayudará) al ciclo vital de otros seres vivos.

Hombre, ya puestos, preferiría que hubiera cielo. Y si además, como en ciertas religiones, me esperan allí 40 vírgenes a mi disposición... oye, es para pensárselo.

3 comentarios:

GENocideFJS dijo...

brevemente que tengo prisas.
Sigo viendo el concepto de dios como un concepto que surje en las civilizaciones, no como algo que se descubre sino como algo que se pone o impone. Las religiones han tenido y para algunos tienen una gran razón dentro de la sociedad. Esto en cuanto a Dios en las religiones, luego ya el concepto de dios es harina de otro cantar.
Infantil es buscar un argumento que no se puede mostrar en su totalidad ni negar, aunque con una sola palabra podamos definirlo. Como cuando los niños dicen: "pues yo infinito". Los niños son la hostia, no hay más que observarlos para vernos reflejados, pues crecer es algo más que cumplir años.

Anónimo dijo...

Según el actual concepto que tenemos de la ciencia es que ésta puede explicarnos el porqué de la vida; pero para responder el "para qué" nos resulta más natural recurrir inconsciente o deliberadamente a la idea de la existencia de la divinidad omniscente y omnipotente.

Y ojo con las 40 vírgenes; alguien se ha preguntado cómo deben ser las tías que no hayan pillao cacho a pesar de vivir en el mismo mundo en el que hay tíos muy desesperados?

Anónimo dijo...

Según el actual concepto que tenemos de la ciencia, ésta puede explicarnos el "porqué" de la vida; pero para responder el "para qué" nos resulta más natural recurrir inconsciente o deliberadamente a la idea de la existencia de la divinidad omniscente y omnipotente.

Y ojo con las 40 vírgenes; alguien se ha preguntado cómo deben ser las tías que no hayan pillao cacho a pesar de vivir en el mismo mundo en el que hay tíos muy desesperados?