miércoles, 22 de octubre de 2008

Manual para distinguir a los sectarios, parte I (que trata sobre una ampliación del tema de ayer)

Históricamente, el hombre - el ser humano - ha pasado por una serie de procesos y de situaciones que le han llevado de forma natural a creerse el centro del mundo. Es algo que Descartes resumió en el hecho de tener conciencia de uno mismo, el famoso cogito ergo sum, pero en realidad esta tradición provenía de mucho antes y seguirá por muchos años. Pienso, y como tal, debo ser lo más grande que hay en este mundo. No necesito nada más.

Si uno lo piensa, el hombre como animal es terriblemente endeble. Pero es el único con la capacidad de adpatar el medio, en lugar de adaptarse al medio. Eso es un regalo con doble filo (ya veremos cuánto tiempo más nos aguanta el mundo) pero es nuestra mejor capacidad y la que nos diferencia del resto de animales y nos da la supremacía.

Esta supremacía, el hecho de sentirnos imparables, se repite a ciclos en la historia. Hay momentos en los que para el hombre no existe límite: el descubrimiento del fuego, el descubrimiento de la rueda, el descubrimiento de la comunicación, el de los medios de transporte, la medicina, las leyes de la física... Pero siempre han sido descubrimientos, cosas que ya estaban allí: lo anunciaba ayer, las leyes de Newton eran verdaderas ANTES de Newton. Newton solamente las puso por escrito. Es como si hubiésemos encontrado una moneda oculta en nuestro bolsillo: somos felices por haberlo hecho, pero siempre estuvo allí.

La ciencia, en general, sirve para efectuar predicciones. A más precisión en estas predicciones, más seguros nos sentimos. Mola saber que si yo tiro una piedra X de masa Y con una fuerza Z en línea recta ascendente, caerá de un modo que puedo preveer. No solamente mola, necesitamos que sea así.

En la conversación que tuve con mi colega tenístico ayer, que me criticaba la innecesidad de Dios gracias a los descubrimientos de la ciencia, no se daba cuenta que en su discurso sonaba mucho más radical - mucho más fanático, diría yo - que la mayoría de religiosos que existen hoy. Dios siempre ha estado ahí para explicarnos muchas cosas: ¿De dónde venimos? De Dios. ¿A dónde vamos? Al cielo. O al infierno. Pero a alguna parte. ¿Por qué suceden estas cosas? Por la gracia de Dios. O porque a Dios no le da la gana.

La ciencia, hoy, es el nuevo Dios. ¿De dónde venimos? Del Big Bang. ¿A dónde vamos? A la mierda. ¿por qué suceden las cosas? Por una serie de razones e hipótesis científicas, que te puedo explicar a continuación. La ciencia es la nueva Iglesia y tiene todas las respuestas, con lo que Dios ya no cabe. Además, como la ciencia es algo humano, tendemos a pensar que por el hecho de haber sido capaces de haber llegado a esas leyes e hipótesis, necesariamente tienen que ser ciertas. Otra falacia, pero bueno.

Aristóteles - Aris, para los colegas - ya tenía un modelo físico hace 2000 años, a base de fuerzas y motores. Nunca hubiese comprendido el movimiento inercial, correcto, pero sí había dejado espacio para un 'primer motor', un 'motor inmóvil'. Hoy, seguimos sin explicar completamente la teoría de la evolución darwiniana (completamente no por los agujeros que presenta, sino porque no responde a los porqués), pero la aceptamos como tal y no se da cabida a nada más. No es necesario.

Otro factor que define al científico-sectario es cuando dice que, lo que es evolucionar, ya hemos llegado casi al tope. Sí, los teléfonos serán más pequeños y las teles más grandes. Pero después de Darwin, Newton, Einstein y Kepler ya no hay nada más.

Mañana continúo.

1 comentario:

GENocideFJS dijo...

es cierto que puede ser más fanático alguiejn que se inclina por la ciencia que por la religión, pero depende más de la persona que de otra cosa.
Lo bueno de la ciencia es que actualmente se asume que está en continuo progreso. Las teorías actuales tal vez, muy probablemente, queden desechadas por otros modelos sitemas, etc, dentro de unas cuantas décadas. O sea que se defiendan las teorías actuales como LA VERDAD, pues da un poco de risa.