miércoles, 29 de octubre de 2008

Esclavos (que trata sobre tecnología, transversalmente)

Hace mucho tiempo que se abolió la esclavitud y la época de amos y vasallos pasó a la historia. La época en la que el hombre se subyugaba a otro. En realidad no hace tanto tiempo históricamente hablando pero, como todo en el siglo XX, nos da la impresión de que hace mucho. Incluso Jefferson, uno de los padres de la constitución americana - la más antigua - que propugnaba los derechos del hombre, tenía sus propios esclavos. Lo que son las cosas.

El motivo por el que se abolió la esclavitud fue puramente moral: está 'mal' que una persona viva bajo el yugo de otra. Se podría argumentar que en todas las relaciones en las que no exista violencia, los hombres suelen vivir bajo el yugo de las mujeres, pero como estaría mal decirlo, pues no lo digo.

El concepto de libertad me parece un poco falso en su etimología pero sinceramente hoy no me apetece hablar de ello. Me apetece hablar de otro tipo de esclavitud que, en este caso, me resulta mucho más interesante porque no nos llega impuesta por otros, sino que proviene de nosotros mismos.

Me he dado cuenta de que mucha gente, por una razón u otra, vive esclavizada no por otro ser humano sino por algo mucho más ridículo incluso: un aparato electrónico del tamaño de un puño conocido como "teléfono móvil" o, si lo dice Alicia Galván, un "selular". Aquí no hablo en tercera persona: me considero esclavo de mi móvil y, al tiempo, veo como otros también viven esclavos de él.

Cuando mi padre, antaño un ferviente detractor de esta tecnología que la carga el Diablo, se sube por las paredes porque se ha olvidado el selular en casa y se lamenta amargamente como si se hubiera dejado el pene (perdón, la polla), me identifico. Es como si faltara algo. Es cierto que durante una época en mi vida reciente he tenido que vivir al lado del móvil y no era nada agradable que sonara en ciertos momentos, pero la realidad es que si me lo dejo en alguna parte solamente imagino mi propia cara de amargura cuando llegue a buscarlo y descubra las 123741832947 llamadas perdidas y los chorrocientos mensajes en el contestador.

No hago tantas llamadas, pero recibo el triple. Hay días en que el simple sonido del vibrador - del móvil - me pone los pelos de punta. Insisto, el del móvil. Que para el cuerpo de uno hay cosas que no gasto.

Es indudable que en determinados casos la utilidad que le puedes dar no puede pagarse con dinero, pero el precio que pagamos es muy alto. Demasiado, diría yo. Aunque he solido defenderlo como uno de los grandes inventos del siglo XX, me retracto. Es una puta mierda y lo odio.

Y lo necesito. Qué asco.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mi me llaman poquísimo al movil. Mis amigos son unos tacaños y llaman lo mínimo XD. De hecho, recibo mas llamadas y SMS (MUCHOS sms) de publicidad de VomiStar que de gente en si... Al menos yo si me lo dejo puedo estar tranquilo que cuando vuelva no habrá perdidas ni sms.

O deberia estar tranquilo, pero aun así cuando mel o dejo siempre pienso " Ahora es cuando me llaman y no lo tengo! ".

Anabel dijo...

No? en serio?

Motenai dijo...

Es una mierda, Anabella. De verdad.

Anabel dijo...

Ya me lo imagino...cuando quedas con tus amigos, por ejemplo, para comer y jugar a padel y no para de sonar...me lo puedo imaginar! XD

Por cierto, gracias! ya hablaremos!

Un besote

Anónimo dijo...

Yo he conseguido desconectarme de esa adicción, la cambié por la adicción a internet (espacio donde los móviles aún no están a la altura). Por cierto, he cambiado el estilo del blog, pasate y me cuentas si te gusta...

Anónimo dijo...

Yo en realidad les tengo tanta mania que siempre los pierdo, en cada viaje que hago de vacaciones pierdo el movil, claro, inmediatamente me compro otro, es que no aprendo coño.
Aún así a ver quien es el guapo/a que renuncia a tener movil.

Sldos. Jordi