lunes, 7 de enero de 2008

Tres Hombres Sabios (que trata sobre el día de Reyes, básicamente)

Ayer fue el día de Reyes, una de las pocas festividades "artificiales" que no ha sido inventada por una cadena de grandes almacenes.

El viernes, ávido de curiosidad, quise leer un poco sobre la leyenda de los Reyes Magos y me encontre con algunos datos cachondos que en determinado caso confirmaron lo que yo sabía - cosa que no significa que sea la verdad - y en otros me aportaron conocimientos que ignoraba por completo.

Por ejemplo, según la Biblia, los Tres Reyes Magos de Oriente ni eran tres, ni eran reyes, ni eran magos ni venían de Oriente. Se dice en todo caso que fueron "algunos" los que vinieron a adorar al Rey de los Judíos que acababa de nacer; la magia era algo bastante mal visto en la época (no había nacido todavía Juan Tamariz, que es viejo pero no tanto) y se les denomina como "hombres cultos", probablemente debido a sus conocimientos de astronomía (llegaron guiados por una estrella). Lo que es seguro es que no eran Reyes, a pesar de que el mismo Herodes los recibió para preguntarles la posición exacta del recién nacido. Pero Herodes no tenía intención de irlo a adorar sino otros planes mucho más malosos para el bebé; como los sabios no le contaron lo que quería saber, se le giró la olla y se lió la que se lió con el aumento súbito de la mortalidad infantil en Belén, episodio que se recuerda como "La Matanza de los Inocentes". El padre adoptivo de la criatura, sin embargo, ya había huido a Egipto.

Se dice que posiblemente los sabios provenían de Persia, pero no fue hasta mucho más tarde que se le añadió la simbología que poseen hoy: las tres razas distintas (que se conocían en la época) e incluso los nombres pudieron ser un invento italiano (yo creía que era francés, mira por donde), pero la realidad es que sus supuestos restos fueron trasladados a lo que hoy es la catedral de Colonia (que tardó 6 siglos en terminarse, más o menos el camino que lleva la Sagrada Familia) con las coronas que supuestamente llevaban cuando visitaron a Jesús. Hombre, si me muriera también me gustaría ser enterrado en una catedral, aunque yo preferiría la de Burgos, que es más castiza.

He asistido algunos años a la cabalgata de los Reyes Magos, aunque este sábado me pilló por casualidad después de jugar nuestra eliminatoria de tenis. Yo gané pero el equipo perdió, con lo que no sirvió para nada. Lo único verdaderamente delicioso del día de reyes (y la tarde previa) es precisamente el quedarte mirando la cara de los niños cuando los ven pasar. Algunos tienen miedo, otros no entienden nada, los menos lloran. Pero generalmente lo único que se observa son ojos abiertos como platos y bocas que no pueden disimular la admiración, la sorpresa y el asombro por aquellas personas que, sin saber exactamente el motivo, se pasean en carroza por el pueblo lanzándoles caramelos. Sí, de acuerdo, a la mañana siguiente vendrán los juguetes (impagable supongo la cara del niño que por primera vez encuentra los regalos bajo el árbol), pero lo realmente mágico no son las barbies del Cortinglés o el camión de Rayo McQueen, sino la ingeniudad y la inocencia de esas pequeñas personitas que se les ilumina la cara con una barba postiza y una cara pintada de negro. Y eso sí que es envidiable.

3 comentarios:

Anabel dijo...

Bonita entrada....¿has sido un chico bueno? ¿cómo se protaron los reyes o reinas contigo?

Anónimo dijo...

Es bonito ver como los niños todavia tienen ilusión por algo tan clasico y tan antiguo, la inocencia de los mas pequeños hay que preservarla lo mas posible, luego se encaminan hacia un mundo mas frio y sin tantos miramientos.

Sldos. Jordi

Motenai dijo...

Sí, es cierto.

Me debí portar muy mal, no me trajeron nada. Es más, se me llevaron cosas, los bandidos :-(