martes, 29 de enero de 2008

Teoría de la relatividad (que trata sobre la forma en la que se trata a enfermos graves, no sobre Einstein)

Nada sobre equivalencias de masa y energía, nada sobre leyes que rigen el universo ni de velocidades invariables. Nada de física, ni de los astros. Es algo muy mundano.

El otro día hablaba precisamente de que las enfermedades, por muy putas que nos parezcan, siempre son algo que saca el ser humano egocentrista - aquel que piensa que su propio ser es el centro de todo el universo conocido. Es frecuente escuchar expresiones en estos enfermos, que se preguntan el motivo de que les haya tocado a ellos sufrir ese mal o por qué a ellos precisamente.

La planta sexta del hospital oncológico de Barcelona, en ninguno de sus módulos, es capaz de responder a esa pregunta con claridad; sin embargo sí que da una perspectiva mayor al preguntador, al comprobar como efectivamente y de forma precisa el mal les ha alcanzado a ellos... y a muchos otros.

Mientras administraban la primera dosis de quimioterapia en vena a mi padre, he sido testigo no solamente de esta circunstancia sino también de la alta dosis de adaptabilidad del ser humano. Cada habitación contiene de entre 5 a 10 pacientes simultáneos, y ninguno parecía demasiado preocupado por su situación. Una mujer hablaba dicharacheramente con otra como si estuvieran en la peluquería, otra entretenía a las enfermeras, un hombre dormía... otra leía un libro, una chica jugaba con su PSP... incluso otra se había traído a su secretario y departían de trabajo desde el sillón!

Mi padre, porque el paso de la dosis dura alrededor de 2 horas y media, me decía "qué palo...", cuando solamente tiene que ir allí una vez cada tres semanas. No se daba cuenta de la cantidad de "Hasta mañana" que soltaba la gente al salir, personas con vías centrales permanentes para las que el hospital de día es casi casi como un segundo hogar. Pacientes que no solamente se saludaban en el ascensor sino que admitían haberse echado de menos la jornada anterior. Justo antes de finalizar, le traían la comida a un hombre que a causa de que la quimio le provocaba irritación cutánea, se la pasaban más lentamente: "¿Canelones y pescado te van bien, Juan? Hoy acabaremos tarde". Los canelones, por lo visto, mejor que el pescado.

Una vez más, la vida (y por ende, el ser humano) te da una lección que considero valiosa. Yo estaba más estupefacto y expectante incluso que mi propio padre y tenía que mirar indisimuladamente a todos los pacientes, intentando asimilar poco a poco el torrente de información que llegaba. Información que, ojo, imaginaba que me llegaría y para la que en cualquier caso estaba preparado.

Hoy, por primera vez en mucho tiempo, "el hombre" me gusta y lo admiro un poco más.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que algunas enfermedades hacen que las personas sean mas humanas y quizas algunas pierdan el posible aura que las separa del resto sea por el motivo que sea.
Quizás un "stop" en el transcurrir de una persona hace que vea la vida mas tranquilamente y quiza de otra manera.

Sldos. Jordi.

Cris dijo...

Touching post for cruel reality...