martes, 20 de noviembre de 2007

El Señor es mi Pastor, nada me falta (que trata sobre ciertas labores sociales de la Iglesia)

No soy católico. Lo fuí, es cierto, hasta que empezó mi adolescencia. No sé si dejé de serlo por rebeldía o porque verdaderamente tuve otras influencias que me apartaron de la "senda" cristiana. También es la época en la que empiezas a descubrir y conocer las verdades más oscuras de la Santa Iglesia y las barbaridades que históricamente se han hecho - y se siguen haciendo - en nombre de Dios o similares.

Sin embargo, aunque no confío en la Iglesia como institución, sí creo en muchos de los hombres que la integran. Esas personas cuya misión, en su origen, es transmitir y hacer llegar al pueblo llano la palabra del Todopoderoso. Insisto, me gustaría no tener en cuenta hoy ni la corrupción de todos los estamentos de la institución ni aquellas personas que han abusado de su posición dominante. Aquellas cuyo corazón es puro y creen firmemente en su labor como pastores del rebaño.

Ocurre un poco como en la política, creo. Puedes no votar al partido popular pero caerte bien Josep Piqué, por ejemplo. Con los curas siempre he imaginado al personaje como un hombre bueno, lleno de buena fe. Aquellas personas que necesitan transmitir su buen mensaje, lleno de esperanza e ilusión, a los demás. Ok, tal vez el mensaje último católico no es demasiado inspirador - pórtate bien porque si no te castigan y te vas al infierno - pero la labor social a nivel de proporcionar un destino final a los hombres, una suerte de fin de trayecto, con todo lo que ello supone me gusta.

Está el caso de la extremaunción, que parece algo estupendo. A ver, no es estupendo porque siempre hay alguien que se va a morir pero la muerte nos llega a todos igualmente; me gusta el concepto de que alguien viene a tu casa para el simple hecho de ayudarte a cruzar el camino. A su modo, y con pura buena fe, te da la mano y te "guía". Por las buenas. Sin más. Nadie es capaz de mirar mal a alguien que hace esto, porque nunca hay maldad en sus actos.

Una de las putadas de que la Iglesia vaya a desaparecer, y lo hará eventualmente porque no podrá financiarse sola en un futuro, es que se perderán estas cosas. Y eso me da rabia.

3 comentarios:

Anabel dijo...

En 2 palabras Im-presionante.

Anónimo dijo...

Yo no creo que la Iglesia desaparecerá, la financiación es un tema de debate politico y quizas hasta social pero creo que es intocable y que el estado siempre financiará aqui en España a la Iglesia, yo pienso que la iglesia tiene una faceta social insustituible al margen de los escandalos y metidas de pata de sus directivos.
No se, igual me equivoco pero el tiempo nos demostrará el futuro de la Iglesia en este pais.

Sldos. Jordi.

Anónimo dijo...

Hola. Estaba navegando por la red cuando encontr� tu art�culo, y debes saber que me ha parecido muy interesante. Espero que no te importe si me dedico unos minutos a comentar lo que has escrito. Aunque lo mejor es que primero me presente: Soy de Per� del otro lado de Mundo; un lugar donde la gente est� orgullosa de la gastronom�a local, del folclor, de su geograf�a y de muchas otras cosas m�s, a las cuales, por supuesto, no podr�amos sumarle ni su gobierno ni su sistema educativo y mucho menos sus arraigados complejos de pa�s subdesarrollado. Pero las cosas siempre son as�. Es decir, nadie aprender�a a caminar si no se cayera muchas veces, esa no ser�a una excusa para dejar de intentarlo. Me parece que lo mismo sucede con la Iglesia y con los que la conforman. La esperanza de alcanzar la salvaci�n, o sea, de ser feliz y de serlo de una forma que colme el deseo natural de nuestro esp�ritu por trascender, hace que esos errores adquieran un nuevo sentido: la tendencia al individualismo, al nihilismo, el apetito por satisfacer solo nuestras necesidades y por hacer de nosotros nuestro propio objeto de culto, se aceptan. Ese es el primer paso. Luego uno se plantea que es lo que busca realmente, que es lo que quiere para s� y para los que lo rodean, uno se pregunta si existe algo que valga la pena como para apostarlo todo por ello; porque, muchas veces, la realidad en que vivimos no es lo que esper�bamos de la vida y aunque queramos reprimirlo, esto siempre encuentra una forma de salir a flote. En ese momento uno puede acercarse a la Iglesia y encontrar� en ella algo realmente conmovedor: el perd�n. Este forma parte de un proceso que comenz� cuando aceptamos lo que somos y nuestras responsabilidades sobre lo que hemos hecho. All� es cuando estamos frente a Dios, en ese momento nos toca encararlo. El perd�n juega entonces el papel m�s importante: no es algo que busque aferrarnos a una moral �ptima ni un sistema que est� hecho solo para seres perfectos, es algo para gente como t� o como yo, que tienen defectos y virtudes, que tienen metas y que quieren alcanzarlas. Ese perd�n solo lo pueden pedir los valientes, los cobardes simplemente se resignan a seguir hiri�ndose con su propio mal, no quieren recibir ayuda. La doctrina ense�a que ese es el �nico pecado que no puede perdonarse: el pecado de la desesperanza. Pues si alguien no cree que por �l pueda salvarse, entonces �c�mo le puede ayudar? Si hay algo que de verdad me �choca� es escuchar a alguien decir �eso no tiene perd�n de Dios�, lo bueno de este Dios es que llega mucho m�s all� de las expectativas humanas: no te deja o�r solo lo que quieres escuchar ni te deja conformarte con lo poco que has conseguido, ese no ser�a un Dios digno de amor. No valdr�a la pena, �l no sumar�a a tu experiencia nada nuevo ni trascendental. Y es un Dios justo porque tambi�n es exigente con aquellos que se dicen cristianos. Esos hombre buenos de los que hablaste, son hombre que han sentido esa exigencia y que han respondido con amor a ella. Son como artistas y empresarios que trabajan mejor bajo presi�n, logrando cosas que realmente nos dejan sorprendidos. Y si no lo logran, por lo menos saben que lo est�n intentando; incluso los �malos ejemplos� de los que hablaste, y que has tratado de no mencionar, eran personas que lo han intentado pero que lamentablemente se rindieron. El perd�n implica que eso tambi�n se acepte y que se corrija ya que ninguno est� libre no caer en los mismos errores. Y como dice el dicho: nadie est� muerto si sigue luchando.
Esta exigencia divina le hizo decir a Madre Teresa que �hab�a que darlo todo y hasta que duela�, que uno no lo hac�a por los pobres ni por los santos, ni por filantrop�a, esto es algo que se hace por amor al Cristo que tambi�n nos ha amado. Se trata de una respuesta de amor. No creo que el cristianismo �se acabe� porque s� que esta esperanza que tenemos los que creemos es, de alguna forma, una prueba tangible o solo suficiente de lo que esperamos. Algo por lo que vale la pena morir, por lo que vale la pena dar la vida. Nos motiva la confianza de estar siguiendo a alguien que cre�a aterradoramente en esto que predicaba y en el hecho de que �nuestros enemigos� no tiene a alguien como �l. Su herencia es la Iglesia y nosotros somos los herederos de ella. Lo somos desde el bautizo y aunque reneguemos de esto, lo hecho, hecho est�. Y si esto fuera doloroso, lo m�s sano ser�a perdonar. Esto es todo lo que ten�a que decirte, gracias.